Todo comenzó con la falsa creencia de imitar estilos que “se parecen” al film. Después de muchos años tomando fotos, me hice una pregunta: ¿qué pasaría si dejamos de imaginarlo y usamos film de verdad? Retomar esa magia que captura la luz, y no conformarnos con algo que parece film, sino con lo que realmente es: film.

Después de comprender el comportamiento del color y los elementos necesarios para el revelado, nos dimos a la tarea de invertir en tecnología que garantizara un proceso preciso. Cuidamos la temperatura y utilizamos químicos frescos, con el objetivo de obtener la máxima calidad y fidelidad en los colores que un rollo puede ofrecer.

Finalmente, la parte clave está en la digitalización. Utilizamos equipo moderno con sensores de más de 45 megapíxeles y un amplio rango dinámico, capaces de traducir esos negativos en archivos digitales que recuperan lo que alguna vez parecía perdido en el avance tecnológico. Cada imagen revela colores tan vivos que nos transportan de nuevo al instante en que fueron capturados.